El sangriento
camino hacia Damasco
La guerra de
la triple alianza contra un Estado soberano
por James
Petras
Mientras que
la
maquinaria mediática del dispositivo occidental para la guerra
en Siria conforma su versión de los sucesos a la propaganda de la
OTAN, la realidad documentada de los hechos sobre el terreno es muy
diferente. Para el profesor norteamericano James Petras, no se trata
de una guerra civil sino de un ataque coordinado llevado a cabo por
una coalición internacional. El gobierno sirio no reprime a
manifestantes pacíficos sino combate a
grupos armados de mercenarios de Al-Qaida.
Algunas de las armas abandonadas por los mercenarios de Al-Qaida durante la liberación del barrio de Baba-Amro a Homs, Siria.
Existen pruebas claras y contundentes de que el
levantamiento para derrocar al presidente al-Assad de Siria es un
violento robo de poder dirigido por combatientes apoyados desde el
exterior que han matado y herido a miles de soldados, policías y
civiles sirios, a partidarios del gobierno y de su oposición
pacífica.
La indignación expresada por los políticos de Occidente y de los
Estados del Golfo y en los medios de comunicación sobre el asesinato
de pacíficos ciudadanos sirios que protestaban por la injusticia
está cínicamente planificada para encubrir los informes
documentados de la toma violenta de barrios, pueblos y ciudades a
manos de bandas armadas que blanden ametralladoras y colocan bombas
en las márgenes de los caminos.
La agresión
a Siria está respaldada por fondos, armas
y formación extranjeros.
Sin embargo, debido a la falta de apoyo interno, y para tener éxito,
será necesaria la intervención militar extranjera directa. Por esa
razón se ha montado una enorme campaña de propaganda y diplomática
con el fin de demonizar al legítimo gobierno sirio. El objetivo es
imponer un régimen títere y reforzar el control imperial occidental
en Oriente Próximo. A corto plazo, ello aislará aún más a Irán
en la preparación para un ataque militar de Israel y de Estados
Unidos y a la larga, eliminará otro régimen laico independiente
amigo de China y Rusia.
Con el fin de movilizar el apoyo del mundo a esta toma de poder
financiada por Occidente, Israel y los Estados del Golfo, se han
utilizado diversos ardides propagandísticos que justifiquen otra
violación flagrante de la soberanía de un país tras su exitosa
destrucción de los gobiernos laicos de Iraq y Libia.
El contexto más amplio: la agresión en serie
- El seudo intelectual francés Bernard Henry Lévy (izquierda) en compañía de sus compatriotas Laurent Fabius (centro) y Bernard Kouchner, alias "french doctor", respectivamente predecesor y posible sucesor del ministro de Relaciones Exteriores francés Alain Juppé, reunidos durante un meeting para una Siria "democrática", el 4 de julio de 2011. Estuvo ausente el líder centrista francés François Bayrou quien dejó un mensaje grabado. Este lobby logró convencer y hacer jurar a toda una asamblea, en la cual estaba incluso la responsable del partido ecologista, la Sra. Cécile Duflot, para una "democratización" de Siria bajo modelo aplicado en Libia.
La actual campaña occidental contra el régimen independiente de
al-Assad en Siria forma parte de una serie de ataques contra los
movimientos pro democracia y contra los regímenes independientes
desde el Norte de África hasta el Golfo Pérsico. La respuesta
imperial-militarista al movimiento democrático egipcio que derrocó
la dictadura de Mubarak ha sido respaldar la toma de poder de la
Junta militar y la campaña
criminal de encarcelar, torturar y asesinar a más de 10.000
manifestantes a favor de la democratización.
Enfrentados a movimientos populares democráticos similares a los
[de otras partes] del mundo árabe, los dictadores autocráticos del
Golfo apoyados por Occidente aplastaron sus respectivos
levantamientos en Bahréin, Yemen y Arabia Saudí. La agresión se
extendió al gobierno laico de Libia, donde potencias de la OTAN
lanzaron un bombardeo aéreo y marítimo masivo en apoyo de las
bandas armadas de mercenarios destruyendo con ello la economía y la
sociedad civil de Libia.
El despliegue de mercenarios mafiosos armados condujo a un ataque
despiadado contra la vida urbana en Libia y a la devastación del
campo. Las potencias de la OTAN eliminaron al régimen laico del
coronel Gadafi y a él mismo asesinándolo y mutilándolo con sus
mercenarios. La OTAN supervisó las lesiones, el encarcelamiento, la
tortura y la eliminación de decenas de miles de civiles partidarios
de Gadafi y funcionarios del gobierno. La OTAN respaldó al régimen
títere cuando éste se embarcó en un sangriento pogromo contra
ciudadanos libios de ascendencia africano-subsahariana, así como
contra trabajadores inmigrantes africano-subsaharianos —grupos que
se habían beneficiado de los generosos programas sociales de Gadafi.
La política imperial de arruinar y gobernar en Libia sirve de
“modelo” para Siria: crear las condiciones para un levantamiento
popular dirigido por los fundamentalistas musulmanes, financiados y
entrenados por mercenarios occidentales y los Estados del Golfo.
El sangriento camino de Damasco a Teherán
- La Secretaria de Estado de EEUU, la Sra. Hillary Clinton, en compañía de sus homólogos extranjeros, el jeque Abdullah Bin Zayed Al-Nahyan de los Emiratos Árabes Unidos, el Sr. William Hague, del Reino Unido y Ahmet Davutoglu y de Turquía, pidiendo intervención "humanitaria" en la conferencia de "Amigos de Siria" 24 de febrero de 2012.
De acuerdo con el Departamento de Estado, el camino a Teherán pasa
por Damasco: el objetivo estratégico de la OTAN es destruir al
principal aliado de Irán en Oriente Próximo; para las monarquías
absolutistas del Golfo el propósito es reemplazar una república
laica por una dictadura teocrática vasalla; para el gobierno turco
el propósito es fomentar un régimen dócil a los dictados de la
versión del capitalismo islámico de Ankara; para al-Qaida y los
aliados fundamentalistas salafistas y wahabíes, un régimen
teocrático suní despojado de sirios laicos, alawíes y cristianos
servirá como trampolín para proyectar poder en el mundo islámico;
y para
Israel, una Siria ensangrentada y dividida garantizará aún más su
hegemonía regional. No fue sin previsión profética que el
sionista por antonomasia estadounidense, senador Joseph Lieberman,
exigiera días después del ataque de al-Qaida del 11-S de 2001:
“Primero tenemos que ir a por Irán, Iraq y Siria” antes de
considerar quiénes eran los verdaderos autores de los hechos.
Las fuerzas armadas anti-sirias reflejan una variedad de
perspectivas políticas en conflicto ligadas únicamente por su odio
común al régimen nacionalista, laico e independiente que ha
gobernado la compleja y multiétnica sociedad siria durante décadas.
La guerra contra Siria es la principal plataforma de lanzamiento para
un resurgimiento del militarismo occidental que se extienda desde el
Norte de África hasta el Golfo Pérsico, apoyada por una campaña
sistemática de propaganda que proclama la misión democrática,
humanitaria y “civilizadora” de la OTAN en nombre del pueblo
sirio.
El camino a Damasco está lleno de mentiras
- Combatientes del «Ejército Sirio Libre» (ASL). Integrado principalmente por mercenarios y fanáticos, financiados por las fuerzas armadas de Qatar, armados por parte de Turquía y dirigidos por Francia y Gran Bretaña, no es un ejército de Siria, ni libre.
Un análisis objetivo de la composición política y social de los
principales combatientes armados en Siria desmiente cualquier
afirmación de que el levantamiento persiga la democracia para el
pueblo de ese país. La columna vertebral de la insurrección está
integrada por combatientes fundamentalistas autoritarios. Los propios
Estados
del Golfo que financian a estos matones brutales son monarquías
absolutistas. Tras haber endosado un brutal régimen de gánsteres al
pueblo de Libia, Occidente no puede reclamar ninguna “intervención
humanitaria”.
Los grupos armados se infiltran en las ciudades y se sirven de los
centros de población como escudos desde los que lanzan sus ataques
contra las fuerzas del gobierno. En el proceso, expulsan a miles de
ciudadanos de sus hogares, tiendas y oficinas que utilizan como
puestos militares avanzados. La
destrucción del barrio de Baba Amro en Homs es un caso clásico
de bandas armadas que utilizan a civiles como escudos y como carne de
cañón para la propaganda en la demonización del gobierno.
Esos mercenarios armados no tienen credibilidad nacional entre la
masa del pueblo sirio. Una de sus principales fábricas de propaganda
se encuentra en el corazón de Londres, el denominado “Observatorio
Sirio de Derechos Humanos”, desde donde
se coordina estrechamente con los servicios de inteligencia
británicos produciendo historias espeluznantes y atroces para
agitar el sentimiento a favor de una intervención de la OTAN. Los
reyes y los emires de los Estados del Golfo proporcionan estos
combatientes. Turquía proporciona las bases militares y controla el
flujo transfronterizo de armas y el movimiento de los dirigentes del
llamado “Ejército Sirio Libre”.
Estados Unidos, Francia e Inglaterra ofrecen las armas, el
entrenamiento y la cobertura diplomática. Yihadistas
fundamentalistas extranjeros, incluyendo combatientes de al-Qaida en
Libia, Iraq y Afganistán, han entrado en el conflicto. Esto no es
una “guerra civil”. Es un conflicto internacional que enfrenta a
una infame triple alianza de los imperialistas de la OTAN, los
déspotas de los Estados del Golfo y fundamentalistas musulmanes en
contra de un régimen nacionalista laico independiente.
El origen extranjero de las armas, de la maquinaria de propaganda
y de los combatientes mercenarios revela el siniestro carácter
imperial y “multinacional” del conflicto. En última instancia el
violento levantamiento contra el Estado sirio supone una campaña
imperialista sistemática para derrocar a un aliado de Irán, de
Rusia y de China, aun a costa de destruir la economía y la sociedad
civil de Siria, de fragmentar el país y de desencadenar prolongadas
guerras sectarias de exterminio contra las minorías
alawíes y cristianas, así como contra los partidarios del
gobierno laico.
Los asesinatos y la huida masiva de refugiados no son el resultado
de la violencia gratuita cometida por un Estado sirio sediento de
sangre. Las milicias respaldadas por Occidente han cercado barrios
por la fuerza de las armas, destruido oleoductos, saboteado el
transporte y bombardeado edificios gubernamentales. En el curso de
sus ataques han desbaratado servicios básicos esenciales para el
pueblo sirio como la educación, el acceso a la atención médica, la
seguridad, el agua, la electricidad y el transporte.
Por lo tanto, en ellos recae la mayor parte de la responsabilidad
por esta “catástrofe humanitaria” (de la que sus aliados
imperiales y los funcionarios de la ONU culpan a la seguridad y a las
fuerzas armadas sirias). Las fuerzas de seguridad sirias están
combatiendo para preservar la independencia nacional de un Estado
laico, mientras que la oposición armada ejerce violencia en nombre
de sus amos extranjeros que le pagan desde Washington, Riad, Tel
Aviv, Ankara y Londres.
Conclusiones
- El proyecto de reforma constitucional sometido a referéndum por el actual presidente sirio Bashar al-Assad fue aprobado por casi el 90% de los votos emitidos. 57,4% de los votantes acudieron a las urnas, más de 8 millones de sirios. Esta cantidad de votantes participando en estas votaciones fue la elección más importante realizada desde hace 60 años.
El referéndum al régimen de al-Assad el mes pasado atrajo a
millones de votantes sirios desafiando las amenazas imperialistas
occidentales y los llamamientos terroristas de boicot. Ello indica
claramente que la mayoría de los sirios prefieren una solución
pacífica y negociada, y que rechazan la violencia mercenaria. El
Consejo Nacional Sirio respaldado por Occidente y el “Ejército
Sirio Libre” armado por Turquía y por los Estados del Golfo han
rechazado de plano los llamamientos de Rusia y China para un diálogo
abierto y negociaciones que el régimen de al-Assad ha aceptado.
La OTAN y las dictaduras de los Estados del Golfo están empujando
a sus representantes a luchar por un violento “cambio de régimen”,
una política que ya ha causado la muerte de miles de sirios. Las
sanciones económicas de Estados Unidos y Europa están diseñadas
para destruir la economía siria a la espera de que la intensa
privación impulse a una población empobrecida a los brazos de sus
violentos subsidiarios. En una repetición del escenario de Libia, la
OTAN propone “liberar” al pueblo sirio destruyendo su economía,
su sociedad civil y su Estado laico.
Una victoria militar occidental en Siria únicamente alimentará
el creciente frenesí del militarismo. Alentará a Occidente, a Riad
y a Israel a provocar una nueva guerra civil en Líbano. Después de
destruir Siria, el eje Washington-UE-Riad-Tel Aviv avanzará a una
confrontación mucho más sangrienta contra Irán.
La horrible
destrucción de Iraq, seguida del colapso
posbélico de Libia proporciona un patrón aterrador de lo que le
espera al pueblo sirio: un abrupto desmoronamiento de su nivel de
vida, la fragmentación de su país, la depuración étnica, el
gobierno sectario y fundamentalista de bandas mafiosas y la
inseguridad total de la vida y de la propiedad.
Al igual que los “izquierdistas” y “progresistas”
declararon que el brutal ataque despiadado contra Libia era la “lucha
revolucionaria de demócratas insurgentes” alejándose después y
lavándose las manos de la sangrienta secuela que ha dejado la
violencia étnica contra los libios negros, repiten los mismos
llamamientos a favor de una intervención militar contra Siria.
Los mismos liberales, progresistas, socialistas y marxistas que
están pidiendo a Occidente que intervenga en la “crisis
humanitaria” de Siria desde sus cafés y sus oficinas en Manhattan
y en París, perderán todo interés por la orgía sangrienta de sus
victoriosos mercenarios después de que Damasco, Alepo y otras
ciudades sirias hayan sido bombardeadas por la OTAN hasta la
rendición.
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