11.Ene.15 :: Batalla de ideas
La
principal tarea para las nuevas generaciones es aprender del pasado,
apropiarse de toda la historia de lucha, resistencia, internacionalismo,
heroísmo y abnegación; valorar, conocer, reconstruir, pero ya sin
Vaticanos. Necesitamos construir una fuerza popular y revolucionaria
continental, que sea propia. Sin aplicar ya “modelos” de pizarrón.
M.P. y S.A.M.: ¿Qué papel juegan hoy en día los medios alternativos de comunicación frente a la dominación planetaria del capital?
N.K.: Un papel fundamental. Vivimos una dictadura
mediática sin precedentes en la historia. Los medios masivos se han
monopolizado a un límite que hubiera sido inimaginable tan sólo hace
medio siglo. Las compañías de TV por cable, por ejemplo, varían el
número de canales que ofrecen. La que yo tengo acceso en Argentina tiene
más de 70 canales, pero en sólo dos o tres se puede ver algo
diferente…. y encima con limitaciones institucionales, porque estas
escasas excepciones dependen de a su vez de estados y de su diplomacia
externa. En otras compañías hay más de 300 canales, sin embargo los
alternativos son no más que tres o cuatro. La relación asimétrica es
abrumadora y aplastante. Las páginas webs alternativas existen, pero con
sinceridad debemos asumir su marginalidad extrema. Padecemos un
totalitarismo de la información y la comunicación abrumador, disfrazado
de “pluralismo” y “democracia”. La “sociedad abierta” que pregonaba
Karl Popper y muchos otros cómplices de su banda delictiva del
pensamiento oficial occidental durante la guerra fría es un mito y de la
peor calaña.
M.P. y S.A.M.: ¿Qué opinas del discurso del Presidente Obama frente a las nuevas medidas en torno a Cuba? ¿Se abre una esperanza?
N.K.: Nicolás Maquiavelo, un muchacho de mi barrio,
solía recordar que los poderosos se manejan con la zorra y el león, con
la astucia y la violencia, con el consenso y la represión. Jamás
abandonan ninguno de los dos medios de dominación. Todos los
imperialismos y sistemas totalitarios reprimieron y al mismo tiempo
intentaron crear consenso. Obama sonríe y sonríe, impasible, vendiendo
pasta dentífrica. Se disfraza de “policía bueno” hacia Cuba, al mismo
tiempo amenaza con castigar duramente a Venezuela bolivariana y a
cualquier otro disidente (externo o interno) que lo desafíe. Promete
erradicar definitivamente la tortura pero termina reconociendo que la
tortura sigue. Ahora la llaman “interrogatorio fuerte”. Obtiene el
premio Nobel de la paz, mientras tanto invade países, derroca gobiernos
populares, asesina líderes opositores, soborna, compra, interviene
descaradamente en otras sociedades sin respetar su soberanía, espía y
vigila cada gesto cotidiano de su propio pueblo norteamericano como lo
hace con todos los demás pueblos del mundo. Algunos de sus propios
agentes (ya asqueados) y algunos pocos de sus propios intelectuales que
no han perdido la dignidad lo denuncian públicamente. Desde Snowden
hasta Assange y Chomsky.
Cada quien, entonces, es libre de ofrecer la otra mejilla. Pero nosotros también tenemos el derecho y la posibilidad de no creerle.
La nueva política anunciada hacia la Revolución Cubana expresa un reconocimiento de hecho de que los matones de la cuadra, los gorilas del barrio, los gánsters y mafiosos del “mundo libre”, no han podido arrodillar al pueblo cubano, insumiso y rebelde. No hay que perderlo de vista ni por un segundo. Todo nuestro abrazo a ese heroico pueblo que resistió a la potencia más poderosa, cínica, desfachatada e impiadosa del planeta. Todo nuestro cariño y nuestro reconocimiento. Todo nuestro respeto.
Pero sospechamos que el Pentágono, los círculos del complejo militar-industrial, los grandes fabricantes y traficantes de armas de la elite estadounidense, el Departamento de Estado y los pulpos de la oligarquía financiera estadounidense se proponen arrodillar y engullirse a Cuba por otros medios. No creen en la paz, el diálogo ni el pluralismo. Tan sólo han cambiado un alfil por un caballo, pero no han abandonado la intención de dar jaque mate. La estrategia sigue siendo contrarrevolucionaria y está destinada a controlar –en una situación de crisis capitalista mundial y escasez de recursos naturales— todo el “patio trasero” a escala continental minando las defensas enemigas. Golpeando donde más duele y atacando el lado más flaco de la revolución, su economía. Quien quiera creerle al lobo, tiene derecho. Quien pretenda “hacer teoría”, legitimando una situación de hecho con grandes malabarismos verbales y citas doctrinales sacadas de la manga, que lo haga. ¿Por qué no?
Quienes amamos la vida y no queremos que el lobo nos engulla, también tenemos derecho a usar la cabeza y a tener un poquito de memoria. Adolfo Hitler se dio el lujo de hacer pactos de entendimiento con la Unión Soviética. ¿Fue para garantizar la paz y respetar la diversidad de sistemas sociales? No, a continuación hubo 20 millones de muertos del pueblo soviético. El pueblo cubano y su gobierno revolucionario estuvieron medio siglo preparados y entrenados para enfrentar, con el fusil en la mano y el ojo en la mira, cuadra a cuadra, casa a casa, una posible y previsible invasión militar de los gringos. No sólo los militares. Cada cocinera, cada maestra, cada médico, cada albañil, cada chofer, sabía manejar su arma y sabía donde tenía que apostarse para disparar al invasor militar imperialista si éste ponía su sucia bota sobre la isla.
¿Estará ese pueblo preparado para resistir la invasión de dólares y artículos de consumo? ¿Habrán hecho ejercicios de pertrechamiento para resistir una invasión de turistas con dinero, los disparos misilísticos de remesas millonarias, los ataques sorpresivos y nocturnos de las inversiones de capitales, prostíbulos, casinos, y la importación de todo un estilo de vida –donde el dinero manda y el ser humano obedece– del american way of life? ¡Ojalá que sí, lo deseamos de todo corazón! Por ellos y ellas, pero sobre todo por nosotros y nosotras. Si Cuba es deglutida y fagocitada por el imperio, sería un golpe durísimo al imaginario rebelde de Nuestra América y el Tercer Mundo y a las esperanzas de nuestros pueblos.
Pero si Cuba no logra resistir este otro tipo de invasión (más sutil pero no menos agresiva), mucho cuidado con acusarlos livianamente de “traición”. Si hacen esto es porque quedaron aislados, porque no triunfaron otras revoluciones socialistas (anticapitalistas y antiimperialistas) en el continente. Nosotros también somos responsables de los retrocesos eventuales que pudiera sufrir la transición al socialismo en la isla. Si hubiéramos triunfado contra nuestras burguesías y su patrón imperialista, hoy el escenario sería bien distinto.
M.P. y S.A.M.: Según reconocieron los presidentes de
Cuba y EEUU el Papa Francisco jugó un papel central en esta nueva
relación. ¿Se siente orgulloso de que el nuevo Papa sea argentino?
N.K.: No sólo no me siento orgulloso. Siento mucha
vergüenza. Este Papa es muy reaccionario, que nadie se engañe. Viene a
cumplir la obra que comenzó Woytila volteando los países del Este
europeo y apuntalando la contrarrevolución en Nicaragua sandinista. ¿Por
qué en aquel entonces eligieron un Papa polaco cuando Polonia siempre
fue en el concierto europeo de naciones un país de segunda o tercera
línea, que nunca pudo tener ni siquiera una independencia nacional que
se precie de tal? Pues porque a través del catolicismo tradicionalista
polaco se podía golpear duramente a esos gobiernos burocráticos,
impopulares, debilitados por sus problemas sociales internos y por la
carrera armamentista impuesta por Reagan y Thatcher, ambos amigos de
Juan Pablo II. A través de la retórica oficial del catolicismo vaticano,
jerárquico, tradicionalista y eurocéntrico, se le daba cobertura
“decente” a la contra nicaragüense, financiada con el narco tráfico y
las armas sucias de EEUU.
¿Por qué 30 años después los poderosos eligen un Papa latinoamericano cuando todo el mundo sabe hasta el cansancio el eurocentrismo galopante que siempre ejerció el Vaticano, hacia dentro y hacia afuera? Porque necesitaban poner en vereda a Venezuela, resquebrajar a Cuba, subordinar al movimiento campesino en Brasil (de fuerte raigambre religiosa) y neutralizar a todo el movimiento popular latinoamericano, una de las reservas rebeldes a escala mundial potencialmente más explosiva y “peligrosa” para la geopolítica del patio trasero yanqui.
El Papa Bergoglio-Francisco no viene a liberar a nadie. Que nadie le crea sus gambetas a lo Garrincha [jugador de fútbol de Brasil que amagaba ir para un lado y terminaba yendo para el otro] ni sus meditadas guiñadas de ojo. Sencillamente es un pícaro jugador de truco [juego de naipes argentino que donde gana el que sabe mentir mejor]. Con su tradicionalismo disfrazado de “renovador” Bergoglio-Francisco viene a modernizar, aceitar y renovar la dominación, espiritual y material, de nuestros pueblos. No solo se calló la boca de manera escandalosa y vergonzosa en tiempos sangrientos del general Videla (aunque a posteriori han pretendido construir historias “honorables” escasamente creíbles para gente mínimamente informada en el terreno de los derechos humanos en Argentina).
Además no tiene nada que ver con el mensaje profético y rebelde de las comunidades de base de aquel muchacho barbudo de origen judío que andaba a pie y con sandalias humildes enfrentando al poderoso Imperio romano, cuestionando a los grandes mercaderes del templo y denunciando el fetiche del dinero y el mercado, mientras socializaba y compartía el pan entre sus compañeros y compañeras. Bergoglio-Francisco, que yo sepa, no disolvió el Banco Ambrosiano ni repartió las fortunas incalculables de la Iglesia Católica entre nadie. Con dos o tres gestos intrascendentes, minimalistas y microscópicos, que no cambian una estructura jerárquica y sacerdotal de fondo (con milenios de historia del lado de los poderosos, desde las Cruzadas y la Inquisición, la caza de brujas y Colon hasta Hitler, Videla y Pinochet), Bergoglio viene a poner en vereda no sólo a Cuba sino a todos los rebeldes latinoamericanos y del Tercer Mundo.
Debo confesar que lo que más me duele es ver a algunos pensadores de la teología de la liberación que yo respetaba y quería profundamente (los sigo respetando, aunque me duele verlos así), en una actitud sumisa y obediente, deshaciendo y destejiendo todo lo que se había acumulado desde Fray Bartolomé de las Casas hasta Camilo Torres. En fin, el mensaje profético resurgirá, no tengo ninguna duda. Hasta el poder más absoluto (militar, económico o simbólico) es pasajero y transitorio en la historia. El poder del Vaticano, en apariencia hoy inexpugnable, no es una excepción. Las iglesias empresariales y televisivas (que compran cines millonarios y carísimos canales de televisión con dinero de ….¿?…. ) y la autoayuda no son tampoco ninguna alternativa. El respeto auténtico por las personas humanas y la verdadera espiritualidad está –tiene que estar- más allá del mercado, el dinero y el capital. Sigo creyendo que la verdadera espiritualidad vendrá con el socialismo como proyecto integral, plural y revolucionario, donde creyentes y ateos luchemos juntos, codo a codo, mano a mano, hombro a hombro, contra los grandes molinos de viento del capital y sus instituciones.
M.P. y S.A.M.: En este nuevo contexto mundial,
¿cuáles son los retos y desafíos de las luchas de los pueblos en la
transformación de América latina?
N.K.: ¡Seguir resistiendo! No desmoralizarse ni
perder la brújula en medio de la tormenta y la neblina. Aferrarse con
tenacidad, con terquedad, con convencimiento y, ¿por qué no?, con fe
(como nos reclamaba José Carlos Mariátegui) a la verdad histórica, a los
proyectos revolucionarios culturales, sociales, integrales y radicales,
a la revolución mundial socialista. La confusión y la desmoralización
son, si las evaluamos en términos de larga duración, pasajeras. El poder
de los capitalistas, aunque hoy parezca inexpugnable, tiene fecha de
vencimiento a corto plazo, como la mayonesa. Viven para el día a día,
arruinando el planeta en forma acelerada. Nuestro proyecto, en cambio,
es de largo plazo y largo aliento. No debemos retroceder. No debemos
entregarnos. Que las sirenas sigan cantando e intentando seducir,
nosotros debemos seguir caminando hacia la tierra prometida de Moisés y
encontrar el hogar común (sin mercado ni explotación) que buscaba
Odiseo, compartiendo el pan como predicaba Jesús. A largo plazo eso es
lo que perdura en la historia. No se trata de qué lado “hay más dinero”
sino de qué lado está el deber. A los tibios los vomita Dios. Los
confundidos, los cansados, los que vacilan, los que nadan con la
corriente del momento y se acomodan siempre donde calienta el sol o se
pliegan a la onda de moda con la mejor cara de cumpleaños y cajita feliz
se pierden en el polvo gris y difuso de la historia. Espartaco, Tupac
Amaru y Rosa Luxemburg, en cambio, siguen al lado nuestro… nítidos, con
dignidad y de pie. ¿Quién se acuerda hoy de los que vacilaron y se
entregaron?
El movimiento popular de Nuestra América debe –debemos- seguir luchando a partir de nuestras propias historias y tradiciones, cada uno a su modo, manejando y preparándose para todas las formas de lucha sin atarse a ninguna. Aprendiendo de todas las trampas y maniobras sucias con que asesinaron a Sandino, a Martin Luther King, a Malcolm X.
M.P. y S.A.M.: ¿Qué papel ha jugado el marxismo en
los últimos 30 años en Argentina, desde que se retiraron los militares
del general Videla y el almirante Massera hasta hoy?
N.K.: Nuestro marxismo ha sido, primero, aplastado,
aniquilado, quemado, en las personas, en los libros y producciones
culturales. Nuestro marxismo no perdió ningún debate de ideas, fuimos
aniquilados y asesinados de la forma más perversa, que es algo
completamente diferente. Luego de la fogata, la tortura, la violación,
el aniquilamiento y los desaparecidos, vinieron las becas, los puestitos
poliqueteros, las editoriales prestigiosas, la cooptación. Pero hoy hay
una nueva generación que ronda los 20 años y que está a la búsqueda.
Reaparecen, dispersos, pero reaparecen los ecos nunca apagados del todo,
los signos y símbolos de la tradición insurgente y del marxismo
rebelde. Algo nuevo está naciendo. Nuestro modesto y microscópico papel
es apuntalar eso nuevo que nace, tratar de orientar, brindar elementos
para que esa nueva generación haga su camino, construya su experiencia,
desoiga y desobedezca la voz del amo. Y sobre todo se entere que la
lucha no parte de cero. Antes que todos nosotros naciéramos y
anduviéramos en pañales o sacándonos los mocos de la nariz ya había
mucha pero mucha gente luchando. Hay que conocerlos y conocerlas. Hay
que estudiarlos para poder aprender y recrear un nuevo imaginario
rebelde, radical, insurgente y revolucionario, a escala nacional,
continental y mundial. Sin memoria y sin historia, sin fortalecer
nuestra identidad y nuestra cultura, estamos perdidos antes de comenzar.
M.P. y S.A.M.: ¿Cómo visualiza al marxismo latinoamericano a escala continental?
N.K.: ¡Mucho mejor que hace 20 años! Hace 20 años
nadie, pero ni los más radicales, se animaban a mencionar dos palabritas
clave: “socialismo” e “imperialismo”. Hoy son moneda corriente. Todo
está en discusión, pero lo que está claro es que el imperialismo sigue
existiendo, vigilando, controlando, violando la soberanía de otros
países y reforzando el dominio del capital donde quiera que esté,
mientras continúa de manera irracional y enloquecida destruyendo nuestro
planeta. También está fuera de discusión que el neoliberalismo no va
más, que otro mundo es posible, y que ese mundo es y debe ser el
socialismo. ¿Cuál socialismo? Eso es lo que, al menos por ahora, no está
resuelto. ¿Será socialismo con capitales privados, mercado
generalizado, consumo desenfrenado y competencia entre las empresas o
será en cambio una planificación socialista y participativa de los
recursos sociales, ecológico, antipatriarcal, antimperialista y
anticapitalista? Es evidente que la disputa está abierta y el marxismo
de Marx y del Che Guevara tienen muchísimo que decir al respecto… Para
resolverlo, como mínimo, hay que ESTUDIAR. Las consignas ya no alcanzan.
Y para descifrar los enigmas hay que superar el divorcio entre un
marxismo académico (erudito pero impotente e inoperante, que vibra y
baila según la última música de la academia parisina o neoyorkina) y un
saber militante abnegado, esforzado y sudoroso pero que no estudia, no
lee, no está informado y suplanta la falta de formación de la militancia
de base con consignas efectistas o con la importación acrítica o mágica
del “modelo chino”, el “modelo yugoslavo” o cualquier otro ensayo de
gabinete.
M.P. y S.A.M.: ¿Han caducado las formas de lucha radicales en el nuevo contexto regional y mundial?
N.K.: Estoy muy mal y muy poco informado. Casi no
veo la TV ni escucho la radio ni leo los periódicos ni miro internet.
Pero…. según las pocas noticias que llegan a mi barrio y me cuentan mis
vecinos en la verdulería, el Pentágono no se disolvió. La CIA no jubiló a
nadie. La NSA no envió a sus miles de agentes a veranear y tomarse unos
tragos. Las fuerzas armadas no desaparecieron, La policía se
multiplica. Las cárceles no se han transformado en ámbitos para ir a
bailar y hacer fiestas. Las leyes “antiterroristas” no se han derogado.
Quizás todo esto pasó y yo no lo vi en la tele, pero sospecho que no
sucedió. Entonces…. ¿por qué el movimiento popular debe resignarse a la
mansedumbre?
Hay datos históricos innegables. No podemos hacer como el avestruz que esconde la cabeza y simula no enterarse. Nuestros hermanos (porque no son sólo amigos, compañeros y camaradas, son nuestros HERMANOS con mayúsculas) de Cuba disolvieron el antiguo Departamento de Liberación Nacional, luego denominado Departamento América, desde donde actuaban Manuel Piñeiro Losada, popularmente conocido como Barbarroja, junto con muchos amigos. Bien, tienen todo el derecho del mundo. Los seguimos queriendo, admirando y respetando. No juzgamos. No opinamos. No abrimos la boca.
Pero el resto del movimiento rebelde, popular, insurgente y radical de Nuestra América ¿por qué tiene que disolverse? Hoy hay mucha más pobreza, explotación, desempleo y exclusión que en los años ’60. ¿Por qué deberíamos renunciar a la perspectiva, al proyecto, a la estrategia de la revolución si nuestros enemigos siguen firmes sin abandonar sus posiciones? Tengo la sensación de que hoy ya no tenemos ni padres ni abuelos, ni Mecas ni Vaticanos ideológicos (utilizo ahora estas expresiones en sentido metafórico). Estamos “huérfanos”. Con toda la historia en la espalda, a la que reivindicamos con orgullo y con honor, sin renegar absolutamente de nada de nada, pero ya sin “estados guías” ni Vaticanos ideológicos. Ni Moscú, ni Pekín, ni Albania, ni La Habana, ni París. Perdón, no queremos ofender a nadie, lo decimos con todo el respeto del mundo. Y quien quiera aconsejar, que lo haga, está en todo su derecho. Pero nosotros simplemente escuchamos, no obedecemos.
Hoy hay nuevas potencias “emergentes” (así se las llama en los noticieros) que quizás puedan brindar apoyo circunstancial a los enemigos de sus enemigos, pero ninguna de estas potencias tiene un proyecto anticapitalista ni antiimperialista serio. En el mejor de los casos tienen disputas geoestratégicas y geopolíticas, pero de ningún modo se proponen construir una sociedad socialista o comunista a escala planetaria. ¡Ni por asomo! No hay que confundirse.
Si somos realistas hoy el movimiento popular sólo puede contar con sus propias fuerzas. Debemos recrear el imaginario rebelde y revolucionario preparándonos y mentalizándonos para una lucha larga y difícil que no se resolverá dentro de seis meses. Aquel chico de mi barrio del que les hablaba, Nicolás Maquiavelo, sostenía que luchar de este modo es mucho más difícil. Cuesta muchísimo más construir una fuerza propia sin muletas ajenas. Pero cuando uno logra construirla se vuelve indestructible, porque no se depende de nadie.
M.P. y S.A.M.: ¿Cuáles son en tu opinión las tareas de las nuevas generaciones de jóvenes militantes en Nuestra América y el mundo?
N.K.: Precisamente esa es la principal tarea para
las nuevas generaciones. Aprender del pasado, apropiarse de toda la
historia de lucha, resistencia, internacionalismo, heroísmo y
abnegación; valorar, conocer, reconstruir, pero ya sin Vaticanos.
Necesitamos construir una fuerza popular y revolucionaria de alcance,
como mínimo, continental, que sea propia. Sin aplicar ya “modelos” de
pizarrón, ni el ataque súbito al palacio de invierno, ni la larga
marcha, ni el internacionalismo centrado únicamente en París y Bruselas,
ni el foco rural caribeño ni el sindicalismo economicista, ni la
izquierda exclusivamente parlamentaria e institucional. Pensar una
estrategia para los nuevos tiempos, quizás incluso combinando y
articulando todas esas formas, sin atarnos mecánica ni dogmáticamente a
ninguna de ellas de modo excluyente como si fuera un catecismo. Nuestros
enemigos manejan todas las formas de lucha. ¿Por qué nosotros no
tenemos derecho a hacer algo análogo? ¡Manejar y prepararse entonces
para todas las formas de lucha! Esa es la tarea de la nueva generación.
Una tarea inmensa, pero apasionante.
Y finalizaría diciéndole a un chico o una chica de 20 años: esta tarea pendiente, si se quiere, no sólo es necesaria y urgente, también es una experiencia “divertida” y “atractiva”. Mucho más atractiva y sugerente que cualquier experiencia mediocre y opaca que ofrece el capitalismo para nuestra vida cotidiana. El marxismo rebelde de Nuestra América y las aventuras y desventuras de la revolución socialista hoy ofrecen muchísimo más que 3 bolsas de droga, que 5 iglesias evangélicas, que 17 libros de autoayuda, que 35 jueguitos electrónicos y que 8 camiones de cerveza. Nosotros tenemos tareas estratégicas que sólo pueden ser realizadas por los jóvenes y las jóvenes del siglo XXI. Tenemos toda la confianza del mundo que podrán asumir semejante tarea. Si lo logran, nosotros los seguiremos y los apoyaremos contentos y felices.
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