Reflexiones acerca del Estado del filósofo marxista ISTVÁN MÉSZÁROS: “QUERER REFORMAR EL CAPITALISMO ES UNA QUIMERA IRREALIZABLE”
"... Es por ello que la famosa frase de Rosa Luxemburgo,
“socialismo o barbarie”, necesita ser reformulada para nuestro tiempo
en: “barbarie, si tuviéramos suerte”. La aniquilación de la humanidad es
nuestro destino si fallamos en la conquista de esa montaña que es el
poder destructivo y autodestructivo de las formaciones estatales del
sistema del capital..."
Por JULIO ANDRÉZ CAPEY / CANARIAS-SEMANAL.ORG.- Hace unos días el economista e investigador Rafael Enciso daba a conocer una entrevista concedida por el filósofo marxista István Mészáros al periodista brasileño Leonardo Cazes. Dicha entrevista fue realizada en el marco de la publicación del más reciente libro del profesor Mészáros, “La montaña que debemos conquistar: reflexiones acerca del Estado”.
A pesar de que el citado diálogo tuvo lugar en el mes de mayo de este
año, Enciso consideró oportuno publicar la extensa conversación por
razones de actualidad ya que, según su opinión, “la formación
económico social que prevalece en Venezuela sigue siendo capitalista y
rentista, y el Estado que tenemos sigue siendo el Estado burgués
heredado”.
Solo por eso la entrevista tendría suficiente valor. Sin embargo, su
interés es mayor atendiendo a que en su exposición el destacado
intelectual abordó varias ideas importantes acerca del Estado en
términos generales.
Una de estas ideas es la que tiene que ver con las concepciones del
reformismo socialdemócrata tan en boga en el Estado español y en buena
parte de Europa y sus concepciones acerca de la gestión del Estado.
Mészáros
destaca que la idea de reformar el capitalismo es una ingenuidad
extrema de parte de quienes sostienen estas premisas, confiando
ciegamente en las instituciones que el propio sistema ha dado de sí.
“La idea de que, en la tentativa de superar las desigualdades
estructuralmente arraigadas y repararlas de una forma duradera las
personas podrían usar la “sociedad civil” contra el poder del Estado es
extremamente ingenua, para decir lo menos”.
En su exposición, el autor del texto “Más allá del Capital” se sirvió del ejemplo por excelencia para evidenciar el fracaso de las políticas de inspiración socialdemócrata.
“Tal como la presunción de llamar ONGs” -esto es- “Organizaciones No
Gubernamentales”, a esas organizaciones patéticamente limitadas que
dependen para su financiamiento y funcionamiento, de los recursos
concedidos por el Estado. Esas mitologías auto-contradictorias no
pueden ofrecer soluciones para nuestros peores problemas”.
La causa de la inviabilidad de estas quimeras –abunda el filósofo- es el mismo Estado Burgués, porque
“el Estado es una estructura política global de comando del sistema del
capital en cualquiera de sus formas conocidas o concebibles. En las
condiciones actuales no puede ser de otra manera”.
Pero la argumentación del teórico no termina aquí. Mészáros
llega a plantear el argumento más certero y demoledor en la lucha
contra el reformismo: el estrecho margen de tiempo de que dispone la
especie humana para evitar su autodestrucción de continuar el rumbo que
marca el capitalismo. Incluso, reelabora la conocida disyuntiva que en
su día proclamara Rosa Luxemburgo.
“Es por ello que la famosa frase de Rosa Luxemburgo,
“socialismo o barbarie”, necesita ser reformulada para nuestro tiempo
en: “barbarie, si tuviéramos suerte”. La aniquilación de la humanidad es
nuestro destino si fallamos en la conquista de esa montaña que es el
poder destructivo y autodestructivo de las formaciones estatales del
sistema del capital”.
Más adelante, Mészáros responde a una situación que le plantea el entrevistador como disyuntiva: ¿habrá que transformar la sociedad para que se creen las condiciones que permitan la transformación del Estado, o será “preciso conquistar el Estado para transformar” el orden actual”?
“El Estado en sí no puede rehacer el orden social reproductivo del capital porque es una parte integrante de él. El
gran desafío de nuestra época es la necesaria erradicación del capital
de nuestro orden socio metabólico. Y eso es inconcebible sin erradicar,
al mismo tiempo, las formaciones estatales del capital históricamente
constituidas en conjunción con la dimensión de reproducción material del
sistema e inseparable de ella” – responde el filósofo.
De lo que se trata -dice el profesor emérito en la Universidad de Sussex- es de que
“la crisis de que estamos hablando es también una crisis profunda del
Estado. Los defensores del sistema pasarán a promover la ilusión y el
autoengaño de que el Estado resolvió la crisis, entregando fondos
astronómicos de trillones de dólares en el barril sin fondo del capital
quebrado”.
“Pero -sigue diciendo el profesor-
¿de dónde vienen esos trillones astronómicos? El Estado como inventor
de esos fondos no es productor de ninguno de ellos, aunque finja ser el
distribuidor soberano con sus dispositivos, más o menos abiertamente
cínicos, de “quantitative easing [flexibilización cuantitativa]” etc.
Mientras tanto, la amarga verdad es que la aplastante mayoría de los
Estados está quebrada – la cuantía llega a 57 trillones de dólares de
acuerdo con las cifras más recientes –, sin importar, cuánto consigan
disimular su magnitud.
Ya casi al final de la entrevista dos ideas se suman al ya largo debate acerca de la extinción del Estado como necesidad.
“Decir
que la “desaparición del Estado” es necesaria significa apenas que se
trata de una condición vital exigida para la solución de los problemas
en cuestión”.
“La historia es un destino abierto para bien o para mal. Resaltar la
necesidad de la “desaparición” del Estado fue, en primer lugar, un
medio de contestar la ilusión anarquista de que el “derribamiento del
Estado” puede resolver los problemas en disputa”.
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