Ni tiempo que perder en frustraciones por algo tan ilegítimo. Apuntes urgentes a modo de EDITORIAL

La ranura de la urna es estrecha. Para entrar te ayudan muchos. Para salir casi te dejan solo. Nosotros aguantamos falsas ilusiones. Y exageradas frustraciones. Pero acompañaremos a los compañeros. En su ilusión y en su frustración. También, y entre otras cosas, nos acordaremos especialmente de casi el 10 por ciento de población con mínimos derechos políticos (no votar incluido) porque son (in)migrantes. Y que son proletariado. En la construcción, en invernaderos, en la hostelería. No digamos nada de toda esa clase trabajadora que crea buena parte de la riqueza de grandes empresas aquí y no tienen
nada que decir en las elecciones patrias. Cuánta ilegitimidad en este tipo de elecciones. Al respecto, no nos perdamos los análisis magistrales de Fidel Castro sobre las elecciones en los países capitalistas. 
 
Si fuera verdad aquello de "un pie en las instituciones y mil en la calle", no habría tanta depresión. No cabe frustración cuando se parte de la profunda ilegitimidad de las elecciones; que lo son, ilegítimas, incluso cuando se decide participar dentro de una estrategia de conjunto en la que presentarse a elecciones sería una tecla de un piano con teclas-fuerza mucho más importantes. Además, está por ver si muchos de los elegidos no aseguran más su particulares "vidas políticas" no teniendo que gestionar los brutales recortes que manda realizar los mandamás de Bruselas y Berlín. Hay mucho de comedia. Porque no pocos en el fondo asumen que entre acabar como Allende o como Tsipras, igual hasta es más beneficioso y guay instalarse en las bancadas de la oposición. A no ser que hayan insertado “este pie en las instituciones” en un proceso que revolucione todo, incluido esas instituciones. Entonces, chapeau. Unas instituciones a las que han puesto precisamente el pie llevados por unas elecciones donde ni siquiera la selección de candidaturas, seamos claro, ha seguido un verdadero proceso de selección entre los verdaderos cuadros populares que destacan en la lucha de calle, de barrio, de tajo.
 
No perdamos tiempo, pues, en lamentos por algo que es profundamente ilegítimo. Ilegítimo por parte del enemigo, por supuesto. Pero ilegítimo también por parte de la forma (más importada de lo que parece del escenario-espectáculo burgués) en que las “alternativas del cambio” se han venido construyendo. En cualquier caso, y retomando el hilo del principio, hoy toca "botar" frustraciones del ánimo de compañeros. Hoy tenemos esa elección pendiente. Y no hay previsto hora de cierre de colegio electoral alguna. Ni frustración por la frustración. Seguimos botando.
 


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